129561
Festival Marvin 2018: Parte 2

Festival Marvin 2018: Parte 2

Detalles

Organización

Producción

Ambiente

Las rimas y el baile en el Festival Marvin.

La oferta de festivales de música en México es cada vez más amplia y, por cada par de nuevas propuestas, otras fortalecen una confianza con su audiencia casi paralelamente. El Festival Marvin lleva ocho años de establecer una tradición que hoy, a la distancia, parece imprescindible para la dinámica cultural de la ciudad.

Esta nueva edición no fue la excepción, pues desde la curaduría uno podía augurar un éxito más para el festival. En letras grandes se anunciaba a los legendarios Buzzcocks y Gang of Four, mientras que por otro lado The Drums hacía lo propio. Claramente una muestra de lo que logra el festival: establecer vías de comunicación culturales entre generaciones apasionadas de la música y la cultura alrededor. ¿El resultado? Un día lleno de actividades para atesorar.

El festival comenzaba con una presentación especial, el regreso de Fermín IV a las presentaciones en vivo dentro del Multiforo 246, un espacio que este año albergó una serie de presentaciones más apegadas al hip hop que el resto de los venues asignados. Con un repaso de sus éxitos inolvidables con Control Machete (de “Sí Señor” hasta “Comprendes Mendes”) y una fina selección de canciones propias de antaño y próximas a ver la luz, Fermín dejó a un séquito de fans llenos de energía y a la expectativa de lo que vendrá después en su carrera. Una buena forma de abrir un escenario que traería después a una Niña Dioz bañada en discursos más oportunistas que llenos de autenticidad en un concierto que bien podría quedar en el olvido.

Por otro lado, Departamento fungió como un lugar para la fiesta y el baile. Ferraz tuvo una presentación memorable de la mano de un R&B peculiar y tremendamente divertido que sirvió de preámbulo ideal para Teen Flirt, alguien que conoce a la perfección la noche y sus exigencias en la pista de baile. Hizo honor a su tradición y su selección de canciones fue tejiendo un ánimo que explotaría después con Gnučči, quien convirtió todo en una furiosa fiesta llena de referencias al DIY y al baile como expresión de la libertad que se sentía en el aire del festival, tanto en sus asistentes como en sus grupos sobre el escenario, tanto en las calles lluviosas de la ciudad como en los bares y restaurantes dentro de ellas.

La noche cayó y, mientras la fiesta en Departamento se ponía cada vez mejor y El Plaza Condesa reventaba con los headliners, el Foro Bizarro se llenaba de personas que buscaban guitarras furiosas para terminar el día. El poderoso combo para cerrar el lugar estaba conformado por Ought y Joyce Manor, dos grupos que pueden lucir distintos en el papel, pero que uno tras otro son una efectiva dosis para el oído.

Los primeros ofrecieron un concierto que pareció durar menos de lo acordado y que estuvo conformado tanto por éxitos de su faceta más salvaje, como por épicas interpretaciones de su más reciente Room Inside The World, logrando así un setlist que alegró a propios y extraños del grupo, perfecta antesala para lo que vendría después.

Para cuando Joyce Manor subió al escenario, el lugar ya se encontraba a su máxima capacidad. Su presentación estuvo llena de una energía especial, de gritos, saltos y golpes, una demostración de que las mejores noches son aquellas en donde la inconsciencia gobierna y en donde las vísceras tienen la primera palabra. El festival terminaba para un grupo de personas hambrientas de guitarras y la espera a una nueva edición empezaba a aparecer.

En las calles la fiesta continuaba. Era como si el festival se hubiera diluido a lo largo de la zona y el recuerdo de lo vivido se convirtiera en el motor para no terminar la noche. Esa sensación es la demostración de su éxito. Son ocho años de vivirlo y con cada edición surgen nuevos recuerdos para atesorar. El Festival Marvin nos provee cada año de ellos, ojalá todavía nos queden muchos por recibir.