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Sub Pop / 2017
Muchas cosas pueden pasar en siete años, pero tal vez la más inevitable de todas sea envejecer. En papel puede parecer poco tiempo, pero son 84 meses que para ninguna persona pasan en vano. No importa que sea de forma física o con variaciones del pensamiento, siete años pueden cambiar a una persona por completo y todavía más si abandona los hábitos que lo forjaron.
Con Spencer Krug sucedió algo similar. Antes de que Expo 86 viera la luz, sus hábitos musicales estaban en su nivel más crítico. No solo hacía música con Wolf Parade, sino que probaba suerte de manera casi individual con Sunset Rubdown y formaba parte de un gremio de músicos canadienses que parecían no tener fallo en donde también se encontraban personajes como Dan Bejar o Carey Mercer y puntos de diversión como Swan Lake o Handsome Furs. Era un tipo inquieto y en cada uno de sus proyectos arrojaba una luz de talento que siempre fue fácil abrazar.
Después todo se volvió borroso y a partir de 2010 Krug se despidió de Wolf Parade para hacer un discreto regreso este 2017, con un flamante nuevo disco que no hace otra cosa sino reafirmar el enunciado inicial: en Cry Cry Cry se hacen palpables siete años de madurez personal y al mismo tiempo siete años de decadencia alrededor. Se trata de un disco que cualquier afectuoso que haya envejecido con el grupo apreciará.
Todo aquello que hizo de Wolf Parade una de esas sorpresas de la década pasada está ahí: la desquiciada manera de tocar el piano, las frenéticas guitarras que crean caos y la ansiosa voz de Krug. Pero aquí todo es más cerebral y menos humorístico. Basta con escuchar cómo recita con pasión líneas como “I want to change my whole life. Is just a day” en "You’re Dreaming" o “And somewhere in the world an evil genius was on the rise. Oh what are we gonna do” en la desgarradora "Am I An Alien Here". Son líneas que respiran la desesperación y frustración propias de ver pasar la vida a través de los años.
De ahí que no sorprenda encontrar una balada como "Flies On The Sun", seguida de un par de alucinantes delirios como "Baby Blue" o "Weaponized" en donde los hábitos pasados de su creador se asoman como reconfortantes recuerdos de que permanecen intactos a pesar de la pausa. El disco es, al mismo tiempo, un recordatorio de tiempos mejores en donde, como decía Vonnegut, “Todo era hermoso y nada dolía”.
Por eso es que Cry Cry Cry triunfa como lo hace. Se trata de una nostalgia que nadie buscó y nadie esperó, de una sorpresa tan refrescante a la memoria y al mismo tiempo tan veraz al presente que resulta un verdadero logro para reconocer. Hay pocas cosas como olvidarse de un viejo conocido, reencontrarlo y darse cuenta que aquello que los unió en un inicio todavía sigue ahí. Un abrazo por tu regreso, Spencer Krug.