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Finalmente llegó la noche en que “El Bryan” deleitó a sus aficionados y nos pasamos a la plancha de concreto del Palacio de los Deportes para disfrutar de un rocksito canadiense en noche de miércoles. Bryan Adams: músico, fotógrafo, filántropo; saltó con su banda al escenario, algo básico, conformada por dos guitarras, bajo, teclado y batería, pero 100% en vivo, lo cual lo agradecimos los que ya estamos un poco cansados de los sampleos.
¡“Summer of ‘69”!, me encontraba gritando después de que había acabado apenas el primer número, que fue “Do What You Gotta Do”, uno de los cuatro números que se presentaron del último álbum Get Up (2015). Adams, en esta visita por México; que incluyó previamente Monterrey, Guadalajara y Puebla; promociona el último álbum de hace dos años, así como otro greatest hits de su parte, llamado The Ultimate, que incluye dos rolas nuevas, y que sale a la venta en unos días… y esta noche escuchamos la canción que le da el título al disco recopilatorio.
Dejando de lado los detalles promocionales, “El Bryan” mezcló el nuevo material con los hits de antaño. Con su guitarra eléctrica dorada al hombro, presentó otras rolas contemporáneas como “Go Down Rockin’”, un número roquero bailable y “Brand New Day”, otra canción alegre que contrastaba con el video oficial, donde Helena Bonham Carter deambulaba en el background. Todo muy chido, pero, ¡“Summer of ’69”! le pedía, y nada, sin embargo, llegó la balada excelsa de “Heaven”, con un solo de la guitarra extendido y de fondo el firmamento lleno de estrellas, ¿cursi? puede ser, pero a semejante rolón se le perdona cualquier cosa.
El muy particular sentido del humor de Adams estuvo presente durante toda la noche, en su primera interacción con el público nos informó de algo completamente random. "Saben, en México es fácil encontrar comida vegetariana, esta mañana llamé al room service y pedí fajitas, guacamole, totopos y salsa verde. A la hora de la comida, llamé y pedí fajitas, guacamole, totopos y salsa verde. La operadora me dijo ‘¿Señor Adams, va a comer lo mismo?’ le dije ‘¡A huevo!’”, recordó el músico (y sí, dijo a huevo en español).
Inmediatamente le entraron a una prendidísima versión de “It’s Only Love”, puede que haya canciones más emblemáticas y más elegantes en el repertorio de Adams, pero este fue el punto álgido del concierto para mí, Adams y su requinto Keith Scott, le hicieron señales al camarógrafo para que se acercara y pudieran terminar la canción, el hombre no entendía o se hacía pato, hasta que se armó de valor, dio unos pasos y los dos guitarristas se aventaron un duelo mientras los filmaban de cerca con el público de fondo. Llegó “Summer of ‘69” y ni hablar, era Adams tocando su canción más emblemática, grité ¡“When The Stars Go Blue”! de Ryan Adams nada más para seguir siendo un troll.
El Palacio de los Deportes se había llenado a la mitad, taparon con tela algunas secciones del recinto que no estuvieron a la venta (lo cual ayudó con la acústica) y aunque no era mucha la audiencia, se escuchaba potente cuando todos coreaban cada canción.
No pudieron faltar las baladitas que en su momento fueron parte de algunos soundtracks famosos, estuvo Adams y su guitarra acústica interpretando “Here I Am” de la película animada Spirit, la banda completa en “(Everything I Do) I Do It For You” de Robin Hood: Prince of Thieves y (respira hondo) “All For Love” de Los Tres Mosqueteros. Eso estuvo bien, pero me di cuenta que "Have You Ever Really Loved A Woman?" siempre ha estado en otro nivel, musical y líricamente, no la escuchaba desde 1996 y fue grato volver a ver el video en la pantalla. Rolaza con guitarras españolas, pero no se escapa, seguramente de ser parte de algún soundtrack soso, y hay cosas que es mejor no averiguarlas.
Otra broma de Adams vino en el momento más explosivo, justo antes de que entrara la voz en “Somebody”, ocurrió un apagón y se anunció un intermedio de 10 minutos. Lo que sacó de onda al público; al regresar, Adams explicó que el chef del backstage había desconectado sin querer el sonido (en serio, eso dijo).
Fue una noche redonda para el músico canadiense y su banda, puede que un recinto más pequeño le hubiera quedado mejor, a la medida; pero la tocada fue íntima, potente, y memorable. Ahora, saca el Reckless y dale una repasada.