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Sacred Bones Records / 2017
Nika Roza Danilova atravesó por la oscuridad, el pasillo largo por el que algunos solemos caminar alguna vez. Sus días se hicieron negros, la vida tornó a otro color, el movimiento de la Tierra no era como supuestamente debería –se dirigía a un punto desconocido–, las horas no tenían sentido –¿aún lo tienen?– y los minutos se volvieron angustia. No estaba pasando un buen tiempo en Seattle. Un amigo intentó suicidarse en dos ocasiones, mientras otro luchaba arduamente contra el cáncer. Se deprimió y decidió regresar a la ciudad en donde creció, Winsconsin (“uno siempre vuelve a los sitios donde amó la vida”), compró una casa muy cerca de sus padres y preparó su nuevo álbum, Okovi. El trayecto de su viaje emocional está a lo largo de las once canciones que lo componen.
En su anterior entrega Taiga, se acercó en sonido y composición al pop, cercando los linderos de lo predecible, explorando horizontes distintos a su maravilloso Conatus. Lo peculiar es que Nika Roza Danilova o Zola Jesus, lo llamó su verdadero debut… se permitió mostrar su voz de la manera más honesta posible. Pero el álbum no era lo que esperábamos después de Conatus. ¿Se estaba apagando su estrella? La odisea pop “Dangerous Days” es lo más atinado de un disco que no encuentra una vía por la cual transitar. Tres años después de que algunos creímos verla desvanecerse, la estrella negra se ilumina de nuevo.
De vuelta a los campos de oscuridad cultivados con sonidos industriales y pop hipnagógico, Zola Jesus –la tercera línea en una generación de migrantes ruso, ucranianos y polacos–, canta sobre ese período en el que su alrededor se derrumbaba a pedazos. Sumado a las cuerdas agresivas, las potentes percusiones y los repentino electro hay un constante deseo de imaginar la vida, de jalar los grilletes (Okovi quiere decir grilletes en eslavo) a los que estamos atados –o de lo cuales nos sostenemos–; es pura utopía y nostalgia. En “Witness” mientras los violines marcan el ambiente triste, la voz de Jesus (autonombrada así por el poeta Émile Zola y Jesús) se expande por esos campos hasta conmover por su sinceridad y por el tono que alcanza, en el coro desgarra, se funde con las cuerdas mientras le suplica a su amigo que sea fuerte: “Se un testigo de esas profundas, profundas heridas, resiste, aleja ese cuchillo de ti”.
“Este álbum es una profunda y personal instantánea de la pérdida, la reconciliación y la compasión por los grilletes que nos mantienen conectados a las imperdonables leyes de la naturaleza”, escribió la cantante sobre el concepto de este lanzamiento con su antigua disquera Sacred Bones Records. Matices oscuros en los sonidos. Una fuerza negra emergiendo de pasajes surrealistas. Una fuerza omnipresente y poderosa que eclipsa los alrededores, los sonidos rodean hasta atrapar en su tórrido movimiento. “Veka” es un tema existencial de pop hipnagógico –aquel que nace del punto medio entre la vigilia y el sueño –, drone industrial y techno pop. “Quién te encontrará? cuando, cuando todo lo que eres ¿es polvo?, ¿quién te encontrará en los siglos?”.
Okovi es un grillete en el sentido de la forma y fondo, sostiene y encadena, bien sea en sus momentos más agresivos e hipnóticos que te impiden dejar de escucharlo, bien sea en su planteamiento lírico: la naturaleza creadora y destructora a la que estamos atados. “Remains” es un tema revelador, música que se eleva por encima de nosotros y nos cubre con su verdad. Se pone en movimiento frenético después de lo que parece un inicio lento, el beat es constante y la voz lo va siguiendo sin alcanzarlo, como si fuera en retroceso.
Zola Jesus escribió en una pequeña carta. “Ansío encontrar la trascendencia a través del sacrificio. ¿Cuánto tengo que rasgarme para comunicarle eso a la gente? ¿Qué tan fuerte puedo gritar antes de que mi voz se desvanezca? ¿Cuánto tengo que sacrificarme para probar que tengo un valor? ¿Cómo puedo hacer de esta una experiencia insoportable e incómoda para mostrar que he pagado mis deudas con el mundo? Uso mi música desesperadamente como una herramienta para transformar, para ser despojado y destripado desde adentro hacia afuera, como diorama viviente de la experiencia humana”. Okovi es ese diorama sonoro que permite ver luz y oscuridad al mismo tiempo, que inicia con mucha potencia y que se pierde en seguida, pero en su segunda parte es sorprendente, mostrando un sonido renovado y contundente.
“Hay crecimiento por medio de la destrucción. Es lo mismo que en el budismo y el masoquismo en el cristianismo. Nos inclinamos ante el dolor, como el dolor es el camino a la trascendencia”.