8
Slumberland Records / 2017
10/Ago/2017
Pese a lo ordinario de la frase “Con la cabeza en el cielo y los pies en el suelo”, es lo más sencillo y honesto para definir el cuarto álbum en solitario de Frankie Rose. Quien comenzó como baterista y letrista de Crystal Stilts y luego pasó por proyectos como Dum Dum Girls, Vivian Girls y Beverly, se mudó a la costa opuesta de los Estados Unidos para replantear su estilo musical y para huir/encontrarse a sí misma.
El álbum Cage Tropical resultó de dejar su relativa comodidad en Brooklyn, Nueva York. Durante 18 meses recorrió buena parte de Los Ángeles en busca de un sonido más personal. Tras reducir considerablemente sus ingresos económicos, su actividad musical y su optimismo; logró articular sus pensamientos para perfilar su nueva ruta sonora: el space ambient.
Luego de muchas dudas y largas noches de insomnio escuchando los archivos paranormales del programa Art Bell’s, decidió volver a las preguntas trascendentales ¿Quién soy? ¿Qué hago aquí? ... En el cielo estrellado encontró la respuesta que buscaba.
Con un esbozo de lo que sería su nueva producción regresó a Nueva York para ponerse a grabar. Jorge Elbrecht (Gang Gang Dance, No Joy, Violens) ayudó a pulir su propuesta.
El disco se compone de 10 temas. Es una extraña mezcla de sintetizadores, reverberaciones espaciales y una voz mezclada con éter. “Love in Rockets” despega el viaje hacia constelaciones binarias. Es una dulce balada con leves percusiones tipo africanas combinadas con un teclado de propelente sólido. En "Dyson Sphere" la oralidad de Rose circunda la órbita de un planeta.
“Trouble” el primer sencillo, es un recorrido virtual por densas atmósferas que simulan un juego arcade de los años 80. El tempo marcado por la batería que se abre paso por el espacio interestelar da la sensación de que la nave viaja a velocidad constante. Hacia el final del tema, los sintetizadores aceleran el paso hacia la dimensión de Art Bell. En esta canción, la voz de Frankie se disocia en dos dimensiones que se corresponden mediante ecos.
En “Dancing Down The Hall”, el piloto automático ha sido puesto. Es momento de reclinar el asiento, cerrar los ojos y disfrutar de este viaje de 5:26 minutos.
“Cage Tropical” es el tema que da nombre al material y es el que abre la segunda mitad del álbum. Tiene sonidos playeros, efectos sci-fi y ritmos –por extraño que parezca en el relación con el concepto planteado– bailables.
"Game to Play" es un track en que el se alcanza a entrever el código binario del universo Rose. Es como la pausa sonorizada de un videojuego coétaneo de Space Invaders. Por su dulzura evanescente “Red Museum” es, quizá, uno de los momentos más sinceros del material. Tras las primeras notas de "Epic Slack", sabemos que la nave ha sobrepasado el punto de no retorno; la resignación matizada por el sonido de las esferas. A la orilla de la vía la Vía Láctea, "Decontrol" nos hace saber la señal con la Tierra está a punto de perderse, es hora de despedirse. La frecuencia y la amplitud modulada se desdibujan hasta perderse en forma de susurro.
Cage Tropical es un álbum para escucharse durante una noche de insomnio. Hay que subir a la azotea, colocarse los audífonos, mirar atentamente al cielo, y poner atención a la transmisión de Frankie. Quizá nosotros también hallemos respuestas escrutando por encima de la atmósfera. Este álbum es el puente de Rose hacia la emancipación. Tal como ella apunta. “Siento que finalmente estoy libre de preocuparme por un resultado; no me importa, ya perdí todo, ya estuve en el peor de los casos. Cuando eso sucede, te vuelves libre. Me he rescatado al hacer este disco”.
Frankie Rose – "Trouble"
8
Ipecac Records / 2017
09/Ago/2017
¿Qué hace una agrupación legendaria en pleno siglo XXI para sobrevivir a la demanda de la industria? Melvins ha hecho lo inusual al publicar un álbum doble, sí, Buzz Osborne, Dale Crover y Steven McDonald se pusieron bien la camisa al ambicionar con el lanzamiento de A Walk With Love and Death, que contiene 23 piezas estridentes que vale la pena repasar con el oído para identificar qué energía nos quieren contagiar o conectar a nuestros cerebros.
Es un álbum extenso que requiere que te sumerjas en un ambiente muy personal, puedes escucharlo en casa, solo y con tu sistema alterado por el efecto de estupefacientes. “Black Heath” es un intro sublime, tiene calma, una batería programada que imprime un sello instrumental experimental y de abre las ganas de seguir reproduciendo cada extracto.
La energía de A Walk With Love and Death se percibe con cargas de lucha de supervivencia o redefinición de la personalidad del grunge, ese que nació y se fue reformando en Seattle, tierra natal de Melvins. La primera parte del álbum se define como Love, tiene capas de bajo y batería profundas, además del tono vocal con efectos carrasposos. En “Sober-delic (Acid Only)” la guitarra tiene el papel principal para sumergirnos en una caminata que se bifurca en dos caminos: amor y muerte.
Te conviertes en un escucha en trance con la calma de las piezas de Love. Llegando a “Euthanasia” me pregunto: ¿Es un logro para Melvins publicar un disco doble en plena crisis existencial e industrial como la que tuvieron Chris Cornell y Chester Bennington? Ese tema de la muerte resuena en mi cabeza al escuchar esta primera parte del álbum.
Llegamos a la segunda parte que abre con ambiente cálido en “Aim High”, un intro como sacado de una caja musical que da paso a la distorsión inmaculada en casi todas las piezas de Death.
¿Es la distorsión un paso a la muerte? Es esa energía borrosa que te asusta cuando llegas al final de algo, a la muerte precisa de las cosas; nada es para siempre, muchos artistas se han ido este año, este es como un tributo adelantado a los que se han ido y a los que se han quedado, como Melvins, que siguen trabajando para continuar con el legado del grunge experimental.
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