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7
Islands Records / 2017
Brillante, efusivo y con cosas positivas asomándose por el horizonte, así se escucha 8, el último álbum de Incubus. Me refiero al sonido, porque líricamente sí trae algunas cosas bastante heavy, por no decir deprimentes. En “Undefeated”, el vocalista Brandon Boyd hace un recuento de cómo lo ha "madreado" la vida. Sin embargo, ha salido avante a final de cuentas. “Mordido, pero no roto”, canta Boyd, sobre una sección rítmica delicada pero agradable.
Heavy es el sonido del álbum, en el sentido literal. Pesado como Incubus nos tiene acostumbrados. Denso, pese a que las guitarras de Mike Einziger ya no caen de trancazo cada diez segundos como en algunos álbumes anteriores.
“No Fun” y “Nimble Bastard” rescatan ese poder de Incubus. En una producción menos apabullante, los riffs de Einzenberg brillan por su calidad y no sólo a base de fuerza. Incluso, en “Nimble Bastard” se desliza por segundos un riffsito medio new-wave. Con esto se reafirma que el multi-instrumentalista nunca ha sido reacio a experimentar con nuevos sonidos. Hablamos de la misma persona que le incluyó una parte de pipa, antiguo instrumento chino, y una partitura de orquesta japonesa a “Aqueous Transmission”, memorable cierre del álbum Morning View (2001), el más exitoso de la agrupación.
“Loneliest” y “When I Became A Man” continúan esa introspección, se siente que el cantante está cómodo en su madurez como persona, “es lo más que me he esforzado líricamente”, me dijo hace poco Boyd en entrevista, -refiriéndose a 8.
8 se siente como un trabajo musical en el cual cada integrante respeta y deja que respiren los buenos momentos de los otros miembros. “Glitterbomb” trae punch en el coro sin que Boyd tenga que gritar por 20 segundos; el bajo de Ben Kenney rebota alegremente sobre la batería de Jose Pasillas; y, en el centro, nuevamente, el riff monstruoso de Mike Einziger.
DJ Kilmore, aquel encargado de los blips, boops, y diversas migajitas electrónicas (que normalmente han ambientado la música de Incubus) logra añadirle otra capa de sabor al sonido del álbum. Además, el músico se ha encargado de aprender a tocar los teclados en estos últimos años, para evolucionar un poco su rol dentro del grupo.
“Familiar Faces” es uno de los puntos álgidos del álbum. Un número medio post-punk con una buena textura musical construida a base de diversas partes en la guitarra entrelazadas para crear una rola agridulce y ecléctica.
Es divertido y tiene poder. Tampoco va a ser el álbum que te vuele los sesos este año. Para cuando llega la última rola “Throw Out The Map”, sientes que quizá el álbum ya no tiene nada más que decir; pero, frescura es quizás la palabra clave para describir a 8. La banda californiana, al final del día, todavía tiene novedades por contar.