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¿Cuál es el poder que tiene la música? ¿Acaso se puede expresar en palabras? Ésta puede unir masas, curar males, cambiar ideologías y, a juzgar por lo que pasó este fin de semana en el Centro Dinámico Pegaso, vencer cualquier crisis climatológica.
El panorama se pintó bastante oscuro este sábado para todas las almas listas para presenciar el Ceremonia 2017, uno de nuestros festivales musicales más esperados que prometía saciar los paladares musicales más exigentes con su cartel más ambicioso a la fecha. Sin embargo, una serie de eventos desafortunados en la infraestructura de uno de los foros que se dieron como consecuencia de los fuertes vientos provocaron un retraso momentáneo que, en un abrir y cerrar de ojos, se convirtió en la cancelación definitiva del festival.
Hubo corazones rotos, enojos justificados, logística caótica y rostros cubiertos de lentes y bloqueador solar que denotaban frustración. Hubo amenazas de que el respetable se brincaría las bardas para al menos aprovechar (al modo particular de cada quien, claro) un poco el dinero y tiempo gastado para ir allá. Las redes sociales explotaron, ya sea con mentadas de madre, rechiflas, lamentos y nuestro pan virtual de cada día: los memes.
Muchos aprovecharon el mood que ya tenían en reservas para seguir con las festividades en otros lados, otros se resignaron a emprender el sinuoso camino a casa. Por más comunicados que emitieran los organizadores del festival de que “pronto habría buenas noticias,” la esperanza estaba por los suelos. No habría Ceremonia 2017 y fin del asunto.
Hasta que dieron las 10 pm, hubo otro comunicado. Lo acompañaba el hashtag: #CeremoniaenDomingo.
¿Era verdad? Después de varios comentarios y aseveraciones, todo parecía indicar que la “ceremonia” se llevaría a cabo al siguiente día. Lloviera, tronara o relampagueara.
Pese a que hubo descontento en algunas partes y cuentas sociales, gran parte de los caídos de ese día – tanto los artistas como los organizadores, medios, comercios y público en general – se solidarizaron y confirmaron su asistencia, como si se tratase de un compromiso laboral o de una promesa con sangre. También es parte de lo que hace la pasión por la música.
Escenario VANS.
El honor de abrir esta segunda oportunidad, con la incertidumbre que conllevaba, le tocó a Mylko, una dupla electrónica de la CDMX. En punto de la 1:50 pm. no faltó poco para que empezara a llegar la gente y que empezara el bailongo, gracias a tracks incendiarios como “Bloom” y “Animal”, que demostraron el enorme potencial que tienen cuando les llegue la oportunidad de abrir en foros más grandes con horarios más avanzados.
AJ Dávila siguió a las 2:50 pm. con su garage rock podrido y desfachatado que viene agarrando culto entre muchos desde sus años en Dávila 666. Con María Daniela (la del Sonido Lasser) como invitada especial, el músico puertorriqueño se desempeñó bestialmente y encendió los motores de quienes hicieron el compromiso de llegar desde temprano.
El sol ya andaba poniendo colorados los rostros de muchos cuando Simpson Ahuevo tomó el escenario a las 3:50 pm. para repartir flow e irreverencia, con temas como “Ponte Bien Buena”, “Hollywood” y "Manos de Anillo” convirtiéndose en gritos de guerra ante tanta perseverancia de todos. Mismo caso con La Banda Bastön, que continuó la fiesta hip-hopera a las 4:55 pm. con “Miénteme Más”,“Solo Como Amigos” y “Luces Fantasma”, donde Denisse de Hello Seahorse! subió al escenario para agregar melancolía a la parte urbana más romántica de la hora.
Muchos ya andaban comidos y en ambiente para cuando Snakehips se subió a las 6:05 pm. Los ingleses hicieron gala de su maestría con la programación para R&B con “Days With You”, “Money on Me” y “All My Friends”. Ya que todo el mundo andaba bailando de cachetito y compartiendo lo que tuviera a la mano (mención especial a quienes trajeron bastones de burbujas), Majid Jordan hizo el relevo a las 7:25 pm. Siguió seduciendo al público a ritmo de “Her”, “A Place Like This” y, “My Love”. Agradezco esa puntada de logística en el festival de poner dos actos con el mismo género uno tras otro en los tres escenarios.
Finalmente, la razón por la que muchos iban en primer lugar y realizaron tan extenso peregrinaje llegó All Vans a las 9:05 pm para poseer la noche. Björk había dejado una deuda a medias después de su no tan afortunada presentación en el Sonofilia de hace 10 años. Quien tuvo la oportunidad de verla en el auditorio el miércoles pasado salió bastante satisfecho, pero los que queríamos verla en un formato de festival no quisimos hacernos ilusiones y que nos spoilearan la magia. Funcionó. Desde los primeros instantes su ensamble de cuerdas y sus visuales naturalistas/grotescos convirtieron los tramos de carreras y el camino empedrado del lugar en un bosque encantado. La islandesa gritaba, bailaba y sollozaba mientras sonaban “Lionsong”, “Come to Me”, "Jóga”, “You’ve Been Flirting Again” y “Bachelorette”, entre otras. Una clara evidencia de la excelencia y profesionalismo de una artista consumada, la adoración de su público mexicano y que el concepto de un show bien desarrollado se puede desempeñar con la misma belleza tanto en un foro más íntimo como en un espectáculo masivo. Deuda saldada.
Escenario Corona.
La logística de este escenario fue la que se vio más afectada por el cambio de horario y las cancelaciones de algunos artistas, pues tuvieron que reacomodar ciertos artistas en horas un poco atípicas a lo que están acostumbrados. Prueba de ello fue la decisión de abrir con James Blake a las 3pm. Quizás sea la opinión de algunos que la música del cantautor inglés se aprecie más a medianoche, para despedir el día y contemplar el paisaje, no tanto para fiestear en caliente. No obstante, Blake se lució con un show sobrio y elegante, donde “Life Round Here”, “Timeless", “Limit to Your Love” y “Love Me in Whatever Way” retumbaron oídos y despertaron sensaciones agridulces. Nos debe una pernoctada como es debido para su próxima visita.
En un cambio de 360º, la joven Paulina Sotomayor se empeñó en hacer que moviéramos el esqueleto con su electrónica tropical. Acompañada de una banda más austera, nuevamente por causas del cambio de fecha, la también baterista de Los Jefes del Desierto deleitó a todos en punto de las 4:15pm con “Pajarito”, “Selva” y un cóver a Natalia Lafourcade, “Tú Si Sabes Quererme”.
Rey Pila y su rock electrónico continuaron a las 5:15 pm. con un set impecable. Su vocalista, Diego Solórzano, ataviado con un outfit que parecía de técnico de teléfonos, aulló y surfeó entre las multitudes a ritmo de “Alexander”, “The Lost Art of Crashing Cars”, “What a Nice Surprise” y, la esperada “No Longer Fun”.
A las 6:30pm, la algarabía se volvió más experimental con What So Not. El australiano dio cátedra de sus capacidades al remezclar canciones que oscilaban entre sus propias “Waiting” y “Tell Me” y remixes a temas icónicos de Toto (“Africa”) y Destiny’s Child (“Lose My Breath”) que se apreciaban desde las sillas voladoras o las cabañas donde uno podía obtener un corte de pelo o algún tatuaje.
El rumbo del escenario cimentó su identidad bailable con el set de Nicolas Jaar. Con la promoción de sus excelentes Sirens y Nymphs, lanzados el año pasado, el neoyorkino tuvo éxito al poner al respetable a zapatear con temas surreales como “No”, "A Time For Us” y “Space Is Only Noise If You Can See”. Gracias al cambio de horario, la transición de día a noche a las 8:05pm. se hizo más enigmática, y las piezas de Jaar fueron el acompañamiento perfecto.
Como cierre del escenario, los legendarios Karl Hyde y Rick Smith – Underworld, para los cuates – salieron a las 10:30 pm. y dieron una repasada por toda su discografía ante sus fans más devotos y quienes buscaban volver a agitarse luego de presenciar a Björk. Desde “I Exhale” y “Push Upstairs” hasta “Two Months Off” y la obligatoria “Born Slippy”. El repertorio de los británicos sirvió como ocasión perfecta para que algunos tuvieran un último gran desahogo antes de emprender el camino a casa.
Camp Roswell.
Sin duda el escenario que se llevó las palmas por tener las propuestas más eclécticas y concurridas del festival -a pesar de contar con menor espacio-, fue esta carpa con un excelente diseño basado en máquinas de antaño. Como es costumbre desde el año anterior, Camp Roswell es un foro de exhibición para artistas emergentes y con ideas musicales más atípicas al resto del cartel. El caso de este año no fue la excepción.
Tayrell tuvo el privilegio de inaugurar la carpa a las 2:15pm, con una propuesta de electrónica experimental 100% mexicana. Los hermanos Galicia pusieron a bailar a quienes venían entrando o curioseando por los alrededores con material de su EP, Ngen, así como algunas otras improvisaciones.
La parte del performance art combinada con hip-hop corrió a las 3:15 pm. a cargo de Kali Mutsa. Con un show lleno de virtuosismo y escándalo, el alter ego de la chilena Celine Raymond y sus geishas bailarinas maravillaron con “Tom King Dom”, “Erotomaniac” y “Sanpaku” entre otros. Acto seguido, Mija (quien también sufrió por el cambio a una hora no tan afortunada) nos puso a digerir la comida con prisas con su set lleno de EDM ya dadas las 4:20 pm.
Dieron las 5:35 pm. y el electropop ambiental de los puertorriqueños de Buscabulla volvió a traer un poco de calma al lugar, más no logró detener la fiesta que ya se estaba formando. Canciones como “Métele”, “Sono” y “Caer” nos recordaron a lo mejor de actos como Glass Candy y a FKA twigs. Los canadienses de River Tiber siguieron a las 6:25 pm. con la tranquilidad y R&B fino con “I’m a Stone”, “Barcelona” y “West” para quienes buscaran descansar los pies y menear los hombros un rato.
El americano Virgil Abloh irrumpió a las 7:25 pm con la quietud que ya se estaba apoderando de muchos con su DJ set. El también diseñador de modas (y responsable del arte de Watch the Throne) nos demostró que sus talentos detrás de las computadoras son igual de efectivos que en las pasarelas.
A las 8:20 pm. era el turno de Maurizio Terracina (Zurdok, The Volture) para que presentara su proyecto electrónico Hapax Legomenon. Basado un poco en el techno de discotecas alemanas e italianas pero con la oscuridad y misticismo que se ha convertido en su sello, el músico regio mantuvo todo en llamas con “Wonder Worker”, "Mandrágora” y “Pink Eye”. Su sucesor de las 9:25 pm, BrunOG, cambió la jugada a un trap puerco y sin filtro, de esos que se bailan en los mejores clubes clandestinos.
Para cerrar con broche de oro, The Black Madonna ocupó la carpa a las 10:40 pm. con beats alienígenas e instrumentos clásicos dentro de una mezcla explosiva de electrónica. La DJ de Chicago demostró por qué es una de las más asediadas en el mundo a ritmo de “He is the Voice I Hear” y “A Jealous Heart Never Rest,”, así como algunos remixes que fueron el pretexto perfecto para decir “una última y nos vamos.”
Aunque se extrañó la presencia de M.I.A., Vince Staples, Floating Points y Beach House, quienes no pudieron tocar en la nueva fecha, el festival cobró una nueva vida gracias al trasfondo de lo sucedido un día antes y las actitudes de todos los presentes.
Dicho y hecho, el Pegaso se convirtió en una fiesta de esquina a esquina del recinto, con stands de ropa, food trucks, aldeas medievales y juegos mecánicos aderezando la experiencia con lo que cada uno ofrecía. Sin embargo, había una diferencia notable: la buena vibra se exacerbó y le dimos mucho más valor a las cosas. Cada acto musical se lució en sus sets mucho más de lo acostumbrado; cada hamburguesa, kebab y empanada se saboreaba mejor; cada grito de euforia era como un premio merecido. Fue un domingo que para los presentes se aprovechó mucho más como una extensión del fin y no como un día de reposo, gracias a la calidad de todo lo que estaba aconteciendo. Un Ceremonia que no se olvidará, y por todas las razones correctas.