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Este año, los Festivales Aural y Bestia unen esfuerzos para realizar en conjunto dos importantes actividades. La primera de ellas es un espectacular concierto en el Lunario, encabezado por la legendaria agrupación de industrial metal, Godflesh.
En los minutos previos al concierto, por el lugar se paseaba una variopinta y nutrida concurrencia –casi un millar de personas–, abarcando una amplia gama de gustos musicales manifiestos en la ecléctica variedad de playeras que portaban: se veían estampados con logos de Led Zeppelin, Motörhead, Amebix, KMFDM, Iced Earth, Jesu (el proyecto alterno de Justin Broadrick, vocalista, guitarrista y frontman de la banda estelar), Cynic, Ministry, Swans y Napalm Death, entre muchas otros.
A las nueve en punto iniciaría la actuación de Cleric, una de las bandas abridoras, quienes de inmediato conectarían con la gente al ejecutar un potente y caótico grindcore thrash metal, elaborado sobre una guitarra y bajo chirriantes y frenéticos con solos enloquecidos, una batería ansiosa, retumbante y precisa en cada golpe, y unas vocales desgarradoras, donde el cantante literalmente se desgañitaba en cada canción. “¡Que bárbaro!”, gritaría alguien del público.
“Es nuestra primera vez en México, gracias por venir”, diría el vocalista Nick Shellenberger a la audiencia, antes de anunciar que tocarían una rola más, concluyendo su set faltando poco menos de quince minutos para las diez. Cleric dejó contento al respetable con su metal extremo que coqueteaba tanto con el intrincado techno thrash de Meshuggah como con el free jazz experimental de Naked City.
10 minutos más tarde, tocaría el turno a el trío Simulacrum, compuesto por el baterista Kenny Grohowsky (de Abraxas, quienes se presentaron en ese mismo recinto en la edición del año pasado); el organista y pianista John Medeski (de Medeski, Martin & Wood) y de nueva cuenta el guitarrista Matt Hollenberg (de Cleric), quienes interpretarían composiciones originales de John Zorn. Y para la trivia: el tema de esta agrupación intitulado "Marmarath" fue utilizado para musicalizar el video promocional de Bestia 2016.
Descritos como “el trío de órgano más extremo de la historia”, Simulacrum ofrecería una interesante fusión entre sutiles y místicos paisajes sonoros cortesía de Medeski, contrapunteados por la base sólida y de mucho punch cimentada por las notas de Hollenberg y las percusiones de Grohowsky, con un estilo el cual se devaneaba entre la sofisticación de la música clásica; el elaborado progresivo tradicional de bis crimsoniana, el más experimental RIO y el progressive metal más agresivo. Una mezcla no muy fácil de digerir, y que algunos de los asistentes definieron de “muy clavada”.
Alrededor de las once de la noche, ya que Simulacrum concluyese su show, el público ansioso esperaba a los estelares de la noche. 10 minutos más tarde, en unas pantallas dispuestas a cada lado del stage, se podría ver unas enormes llamaradas aludiendo a la portada del LP debut del grupo intitulado Streetcleaner, encendiendo los ánimos de los fanáticos. Y así, aparecerían en el escenario Justin Broadrick y G. C. Green, recibidos por una desbordada ovación, a la cual respondieron arremetiendo sin ninguna conmiseración con uno de sus temas emblemáticos: "Like Rats". El Dios hecho carne estaba allí en persona, para recibir la adoración de sus seguidores, y convertir a los escépticos a base del más vicioso, oscuro y pesado metal industrial.
Contra todo pronóstico, y contrario a lo que se había visto en sus pocos conciertos previos, el setlist que Godflesh tenía preparado para atacar los nervios auditivos del público estaba conformado por una selección de las canciones más emblemáticas de la banda. Entre algunas de ellas podemos mencionar "Christbait Rising", "Streetcleaner" (con el banging a todo gas), "Avalanche Master Song", "Mothra" (la cual desató un rabioso slam en la parte frontal del recinto) y "Crush My Soul". 11 tracks fueron interpretados por el dúo, invocando a una mastodóntica deidad incorpórea a materializarse entre los presentes, aplastándolo todo con un sonido alucinante e hipnótico, nacido de la blasfema unión entre unas opresivas secuencias rítmicas, y taladrantes notas engendradas por las inclementes cuerdas de Broadrick y Green, y rematados con las a veces fantasmales, a veces monstruosas pero siempre desgarradoras vocales del primero, que llegan hasta las entrañas del escucha.
De pronto, el bajista desparecería de escena, y Justin terminaría un delirante solo, para luego agradecer a los presentes y retirarse. Sobra decir que la gente gritaba el nombre del grupo a todo pulmón, demandando más. Y sus súplicas fueron recompensadas con "Slateman" y "New Dark Ages". Y tras un último agradecimiento, Godflesh se retiraría (ahora sí) del escenario, tras ofrecernos un inolvidable Descensus ad inferos a través de 140 minutos de la música más ominosa, demencial y apocalíptica jamás concebida por simples mortales.