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Caroline / 2016
Mucho se ha dicho acerca de este quinteto de Leeds, Inglaterra y de su no tan diverso devenir musical. Que si son herederos tardíos de The Jam, que si son los nuevos Blur para que nos recuerden a las épocas del glorioso Parklife, que si son de las pocas bandas de estadio que realmente arman un escándalo (no por nada tienen un tema que alude a esa misma palabra). Lo cierto es que han tenido una trayectoria consistente con un estilo, que los ha visto transformarse de mods bien vestidos y un poco irreverentes a cinco chavales más relajados pero con el mismo estilo glam/jangle que nos traen de vuelta a los 60 y de regreso a la época de pantallas touch y ciberataques. Bueno, hasta que su vocalista, Ricky Wilson, entró a The Voice UK.
Quizás esta sea la razón primordial por la cual Stay Together, su sexto álbum de estudio, suene tan encaminado tanto para los participantes de dicho reality show como para los que lo ven. O quizás sea otro intento más de una banda tratando de acoplarse a estos tiempos, donde el concepto de ensamble clásico de rock no tiene lugar frente a sintetizadores, beats animados o artistas invitados de dudosa procedencia. Bloc Party lo sabe; Tame Impala lo sabe; Coldplay lo sabe; Mumford & Sons lo sabe. Quizás todo se trate de un error y un experimento loco. Esperemos que sí.
El disco abre con una especie de intercambio de bandera en “We Stay Together”, despidiéndose un poco de su estilo guitarrero y abriendo paso al synthpop que dominará gran parte del álbum. Desafortunadamente, no nos tocarán temas con ideas y combinaciones interesantes (a falta de una mejor palabra) durante el resto del disco. Los temas que escogieron para ser sencillos, “Parachute,” y “Hole in My Soul” bien podrían ser temas para “El Show de Ricky,” una especie de promesa/profecía para que Wilson pronto se lance como solista y se olvide de que alguna vez hiciera temas para sonorizar buenos tiempos en un pub como “Everything is Average Nowadays” o “Ruby”. El resto de la banda no tiene mucho que hacer aquí, olvidando los infravalorados talentos de Andrew White como guitarrista furioso, de Simon Rix como bajista sutil o del nuevo baterista, Vijay Mistry, como digno nuevo miembro. Sólo “Peanut” Baines sale un poco mejor librado porque, bueno, no puedes tener synth pop sin los synths.
La lista sigue. “Good Clean Fun” e “Indoor Firework” suenan como fondo de cuanto te andas probando nuevos outfits en tu boutique hip de cabecera. “Why Do You Do It To Me?” tiene mejor suerte, porque aprovecha la agilidad innata de los Kaisers por hacer coros desesperados y memorables a la vieja usanza, aún si la voz de Wilson se pierde entre reverbs, filtros y demás artificios del siglo XXI. Al final, “High Society” y “Sunday Morning” son un premio de consolación para los fans de hueso colorado, (o para quienes se hayan quedado al final), ofreciendo destellos de su característico sonido en medio de toda esta fiesta sin mucho sentido.
La diferencia con grupos como los ya mencionados Tame Impala o Coldplay, es que hicieron esa transición no olvidándose de su sonido o sus capacidades, ya sea canalizando la psicodelia o la melancolía de estadio con ayuda de estos nuevos elementos. Los Kaisers se pierden un poco en el camino y arriesgan el perder su identidad como muchachos desenfadados que traen las burlas y consternaciones de los Kinks a este siglo, cosa que los ha hecho vitales. Aquí ni siquiera parece que hacen el esfuerzo y suenan demasiado dispersos, como músicos y autores, pese a que el título del disco insiste en que “siguen juntos.”