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Alto Valle / 2017
Gran parte del mundo rocanrolero latinoamericano tembló de placer al escuchar el segundo álbum de Los Espíritus, Gratitud (2015), pero ahora que están de regreso Pipe Correa, Fernando Barreyro, Martin Fernandez, Batmalle, Santiago Moraes, Maxi Prietto y Miguel Mactas, ¿será que superaron la magia de su pasada entrega?.
“Como mares que quiebran las rocas, huracanes llevan las olas, así de fuertes somos”, líneas tan poderosas como esas incendian nuestros cuerpos para dejar bailar nuestras almas, nuestros espíritus, fuera del cuerpo, hacer un desorden catártico y liberar nuestro poder oculto.
Las letras, la musicalidad, las voces, la producción, todo ha tenido una merecida evolución para este disco. Aquí podemos escuchar un Prietto menos rasposo, menos voces de perro viejo, para darle más versatilidad y dinamismo; sinceramente no podía aguantar mucho tiempo escuchando a esta banda argentina por sus voces, pero ahora es tremendamente agradable al oído la conjunción de música y voz.
Así, con las voces jugando entre matices, las letras te comunican paisajes más vividos, te transmiten mensajes más claros y profundos, te conectan más directamente con el discurso subversivo que traen estos gauchos y se te quedan más grabadas en la mente. “Las armas las carga el diablo y las descarga algún oficial”, es más fuerte y directo el contenido de este Agua Ardiente.
Nacho Perotti es el dueño del ya mítico Sitio Plasma, sala de conciertos de la escena independiente argentina, y es él quien se encargó de la increíble producción del disco. Hay que agradecerle a este pedazo de carne y huesos por el trabajo evolutivo, fino, pulido, que han alcanzado en la musicalidad para esta tercera entrega.
El sonido es mucho más funky, las guitarras por momentos se vuelven tan hipnóticas que cuando llegan las capas y capas de efectos -porque llegarán- los wah, los delays, los chorus, ecos tras ecos, nuestros sesos ya se fueron a dar un viaje místico ancestral; de veras que esta increíble toda la orquestación del disco, “El hombre mira al hombre y le aguanta la mirada” y las letras están más allá del bien y el mal.
Es verdad, no mencioné canción alguna, y no lo haré, porque el disco en su totalidad está lleno de sopapos de máxima satisfacción, así que debe escucharse de principio a fin sin buscar o ir directamente a las recomendaciones.
Pero eso sí, citar algunas de las mejores líneas es importante, “Hay milagros en cada instante y cada instante es la eternidad”.